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El reposo y la nada (página 2)




Enviado por José Miguel Ledesma



Partes: 1, 2

Destaquemos una de las dificultades dentro de la última
opción: En la búsqueda de la "Gran teoría", la que va a explicar lo que las
otras no pueden, las que existen no deben tener más
estatus que el de provisorias, o sea, estar siempre sujetas a
revisión y sospecha, listas para ser descartadas porque
alguna (o más) tiene que estar equivocada. Si el fin
último de la Física tal que
ciencia (hay
otras miras no tan santas) es resolver por qué existe
el Universo, y
siendo que la mayor parte del mismo es nada, da para pensar que
la inexistencia podría ser completa, pero hace rato que
sobran estas especulaciones, la provisoria y parcial
teoría de la relatividad einsteiniana ya tiene su
veredicto hace más de un siglo: la nada es imposible.
Coincidiendo con Parménides (salvo en la negación
del movimiento) en
ella no hay lugar para lo no existente, entre los cuerpos del
Universo
existe el espacio-tiempo, que no
es la nada, es consistente, deformable, complejo, rige
definitivamente todo movimiento, dando pié a que otras
teorías
parciales afirmen (ya que el espacio-tiempo no es la nada) que la
materia puede
brotar del mismo. Mala noticia para quienes esperan una
teoría de nuevo enfoque, la relatividad einsteiniana, al
menos, es impermeable a la "lluvia de ideas", se presume fuera
del alcance de la crítica
humana, cualquier teoría de unificación
tendrá que cargar con ella ¿No es esto acaso, una
"Gran dificultad"?

Esta monografía
intenta, en la afianzada fase oscurantista que comenzara con el
siglo veinte, producir chispazos que permitan orientarnos.
Aquí no hay respuestas, solo preguntas y tanteos
exploratorios dentro de la ortodoxia, no tanto dentro de lo que
se ha divulgado como definitivo. Quizás un criterio
holgado fue lo que resignó la física cuando
dejó de llamarse Filosofía natural.

Reposo y
equivalencia

El movimiento rectilíneo uniforme y el estado de
reposo, no habiendo referencia exterior, no son diferenciables
por ninguna clase de
experiencia. De hecho, las opciones en un sistema cerrado
son dos y determinables: es acelerado o no lo es.
¿Incluiremos entre los acelerados el movimiento circular
uniforme ya que consta la aceleración centrípeta?
Si así fuera, un cuerpo en movimiento circular no
está en reposo, aunque no vaya a ningún lado,
aunque este encerrado y no veamos el movimiento.
¿Qué, entonces, de cualquier objeto en apariencia
inerte que tengamos a la vista, donde hoy sabemos que hay una
actividad desaforada? Por supuesto que el movimiento
rectilíneo uniforme o reposo es una abstracción, un
cuerpo rotando sobre su centro de gravedad (experimentando
aceleración centrípeta todas sus partes menos en el
centro) puede tener otros movimientos incluidos el relativo a
otros sistemas y el
reposo respecto de otros.

El análisis del estado de
reposo conduce a perplejidades y conflictos con
los conceptos que la Física tiene por confiables. Cuando
se nos explican los fundamentos de la relatividad einsteiniana
suele acudirse a imágenes
tales como la de un observador dentro de un contenedor
hermético sobre el vagón de un tren. Se nos dice
que, y es comprobable, el observador no podría saber si el
vagón está inmóvil en las vías o se
mueve con movimiento rectilíneo uniforme, hasta
aquí se trata del principio de relatividad descubierto por
Galileo. Ahora según la relatividad general einsteiniana,
el observador tampoco puede saber si es la gravedad lo que lo
tiene adherido contra el suelo o si
está siendo acelerado hacia arriba y es su inercia lo que
lo mantiene contra el piso, no hay experimento que pueda marcar
una diferencia, es el principio de equivalencia entre gravedad e
inercia. Se comprende la sensata intención de Einstein de
reunir dos fenómenos en una sola explicación, pero
¿Estamos, en realidad, siendo acelerados hacia arriba? El
observador atisbando fuera del contenedor se da cuenta de si se
encuentra o no en movimiento respecto de las vías y
también constata que su supuesta aceleración se
debía a la gravedad y no a su aumento de velocidad en
el tiempo. ¿De dónde proviene la sensación
de estar acelerado?

Démosle crédito
a Einstein e intentemos ubicarnos en su punto de vista:

Así como no es necesario que la velocidad cambie con el
tiempo para que exista aceleración —hay
aceleración por cambio de
dirección, que sería el caso de las
futuras estaciones espaciales en forma de rueda que
proveerán gravedad artificial a sus habitantes
permanentes, o los cilindros más pequeños que dan
el mismo servicio a los
viajeros del espacio en alguna película de ciencia
ficción (o en cualquier desnatadora, purificadora de
combustible o separador de agua pesada,
etc.)—, tal vez haya otro medio de obtener
aceleración, sin cambio de velocidad ni de
dirección, que dé cuenta de la gravedad.

En el cilindro de los astronautas se obtienen situaciones con
alguna semejanza con la gravedad, los mismos pasarían la
mayor parte del tiempo pegados a las paredes cilíndricas,
pueden sentarse, escribir, servirse café en
una tasa, si algo se les cae se agachan y lo juntan etc. y
nosotros viendo de afuera quizás sintamos vértigo
de verlos girar. Si uno de ellos lanza algo hacia arriba, siempre
que no pase del centro de giro volverá a sus manos,
subiendo y bajando en la dirección de su vertical,
subiendo desaceleradamente y bajando aceleradamente, pero para
los que observamos de afuera no es eso lo que ocurre, sino que el
objeto describe una linea recta a la misma velocidad entre dos
posiciones distintas del astronauta. Para los que hacen la misma
prueba en tierra pasa lo
mismo, un objeto arrojado verticalmente hacia arriba sube
desaceleradamente y baja aceleradamente. Quizás visto de
"afuera", el objeto describa una linea recta a la misma velocidad
entre dos distintas posiciones nuestras, pero ¿cómo
nos ubicamos "afuera"? ¿En otra dimensión?
Físicamente no parece posible, quizás mentalmente,
no cualquiera, alguien con un superlativo número de
neuroglias, con un cerebro capaz de
elaborar espacios de más de tres dimensiones (no
más de trece, por suerte, según algunas
teorías).

Acaso no sean necesarias esas extraordinarias y dolorosas
contorciones mentales, probemos otro enfoque: Otra referencia de
aceleración, además de nuestra fuerza contra
el suelo, son los objetos en caída
libre, un observador en caída libre, sin referencia
exterior, experimenta el reposo, y lo caído (nosotros,
todo lo adherido al suelo), la aceleración en la
dirección contraria: según Einstein la Tierra
alcanza al observador y los objetos en lo que llamamos
caída libre. Pero como la gravedad actúa en todo el
globo y los cuerpos caen hacia tierra en cualquier punto del
mismo, el único modo de explicar la gravedad al estilo
Einstein es que la Tierra se hinche aceleradamente, quizá
a eso se refería cuando dedujo la expansión del
Universo, no hay lo que no se hinche en el Universo, nada es
atraído, todo es alcanzado. Es así que nada puede
escapar de la gravedad, no solo la luz, ni siquiera
lo que no existe, lo imaginario, si no queremos que caiga un
objeto imaginario debemos mantenerlo imaginariamente acelerado
hacia arriba. Como todo se hincha simultáneamente no hay
referencia, no somos conscientes de nuestro aumento de velocidad,
pero deberíamos serlo ya que lo sentimos en el cuerpo
contra la superficie terrestre, nuestro oído
interno nos lo informa dándonos el sentido de la
aceleración aún con los ojos cerrados, y
también vemos, aunque no nos habíamos dado cuenta,
a la Tierra y nosotros acercarse aceleradamente a los objetos en
caída libre que interpretábamos como impulsados
hacia abajo, y como si esto fuera poca evidencia tenemos el
corrimiento al rojo del espectro luminoso de las huyentes
galaxias lejanas producto de la
expansión universal. Dos astronautas en el espacio no se
atraerían sino que se estarían expandiendo y a la
larga se alcanzarían, y sin más referencia que
ellos mismos no advertirían su gran aumento de volumen, pero. la
densidad
también debe mantenerse constante, entonces la masa
debería aumentar viniendo de la nada, además
debería aumentar la atracción gravitatoria.
También sucede que cuerpos de igual volumen no tienen
necesariamente la misma densidad, un cuerpo debería
inflarse más cuanto mayor sea su masa, para justificar su
mayor gravedad, un decímetro cúbico de Uranio
debería expandirse más que el igual volumen de
Litio, además, los cuerpos vivos y por lo general los
inertes están compuestos por elementos de diferentes
densidades, el mundo debería estar no solo
expandiéndose sino también deformándose
aterradoramente, el núcleo de la Tierra, de hierro y
níquel, debería expandirse más rápido
que la corteza compuesta mayoritariamente de elementos más
livianos, hace rato que nos hubiéramos mezclado en el
magma, y a esta altura ni magma habría, una bola de
hierro, o de Uranio si es que este existe en el centro de la
Tierra.

Se puede objetar que no era así como Einstein explicaba
la gravedad, que cuerpos masivos como la Tierra producían
una hondonada en el espacio que hacía que los cuerpos se
precipitaran a ella, pero entonces ¿cómo se conjuga
esto con su analogía del ascensor espacial? La humanidad
ilustrada ha sido muy complaciente con las explicaciones de
Einstein, con la hondonada hablamos de atracción, un
cuerpo a la altura de la órbita de la Luna, sin velocidad
tangencial, cae, no es alcanzado por la Tierra. Entonces
quizás sea al revés, los cuerpos no se expanden
sino que el espacio (ya que no es la nada) es dinámico, y
surgiendo del infinito se dirija eternamente hacia todos los
cuerpos que existen, inmensos o minúsculos, arrastrando
todo, hundiéndose en sus mismísimos centros sin
amontonarse ni llenarse, acaso volviendo a de donde viniera por
senderos entre bambalinas, oculto a nuestra realidad
tridimensional.

La mayoría parece satisfecha con que otros hayan
entendido la explicación de Einstein, o con que otros
digan que la han comprendido, mejor dicho. Estos no nos la pueden
explicar, dicen, en lenguaje
común sino matemático, o que la entienden
matemáticamente pero no en lenguaje común
¿No hay forma de traducirla a este lenguaje? Kafka dijo
que se puede escribir todo, lástima que no se lo hayan
pedido, los divulgadores Hawking, Davies, Gamow, Asimov, etc.
no lo han logrado, quizás porque no la entendieron en
realidad, o porque lo absurdo es inexplicable, explicar es
empalmar con la lógica.
Apelemos a algún antiguo de los que trataban de hacerse
entender en lenguaje común, Aristóteles, él decía que los
cuerpos lanzados hacia arriba tendían a volver a su lugar
natural, es una idea sugestiva, la materia desparramada por el
espacio inconmensurable es secundario, lo primario es que
esté toda junta y a eso tiende ¿Por qué el
Universo no colapsa a un centro de gravedad común? (Me
surge que por la misma razón por la que el sistema solar no
lo hace y las galaxias tampoco) ¿El Universo rota,
entonces? (habría que pensarlo, cuanto más lejanas
las galaxias mayor su velocidad y mayor el corrimiento al rojo de
sus espectros luminosos) ¿Estamos en el centro o cerca del
mismo, entonces? (nunca escuché semejante cosa y
seguramente hay objeciones al respecto). Newton
tenía una explicación interesante: el Universo no
tiene centro de gravedad, la cantidad de materia es infinita,
siempre hay más allá galaxias, gases y polvo.
Quedamos perplejos ante dos situaciones igualmente naturales, la
materia infinita y eternamente desparramada o finita y toda junta
donde su dispersión es un accidente.

Aceptemos por lo pronto la última posibilidad, el
Big bang,
mejor el Big crunch, otra vez el Universo condensado en las
dimensiones de una bolita, canica, toda la materia ahí
concentrada y un campo gravitatorio infinito (que no es
atraído, es otra cosa) ¡Objeción! ¡Lo
que se expande es el espacio! Entonces el campo gravitatorio
también es atraído, desaparece en la bolita
primigenia, las partículas rezagadas ya no serán
atraídas, podrán pasar junto a la bolita sin
consecuencias. Volvamos a la bolita supermasiva y al campo
gravitatorio infinito, una partícula a miles de millones
de quilómetros, sin movimiento circular alrededor del
centro masivo, no puede ir para otro lado, su único camino
es hacia la bolita central, su trayectoria natural ¿Esa es
la real forma del Universo? ¿Una esfera de radio infinito
con un centro? (¿Parménides?) ¿Las
únicas líneas rectas que existen convergen hacia
núcleo? Es coherente con la visión de Einstein, el
espacio no es la nada, tiene forma, no hay lugar para la nada,
todo es existencia. salvo que la nada esté detrás
del campo gravitatorio, si no, ¿cómo se diluye su
intensidad a medida que se aleja del centro? Si no existiera la
nada el Universo seria un todo sólido sin lugar a cambios
como lo veía Parménides. Habrá distancias en
la cual la gravedad es inapreciable, más nada que otra
cosa, casi nada. Como ya dijimos, si Einstein está en lo
cierto, hasta lo que no existe es atraído, porque en
realidad todo es alcanzado, pero si no, "habiendo nada",
quizás halla entidades a las que la gravedad le sea
indiferente, que se muevan en líneas rectas en cualquier
dirección respecto del centro preliminar al Big bang,
líneas rectas de las que cuando son paralelas no se tocan
jamás.

Si el efecto de la gravedad es equivalente a la inercia de los
cuerpos acelerados, el único modo de encontrarse en reposo
es en caída libre o en órbita (ya que como dedujo
Newton, un cuerpo en órbita está cayendo
permanentemente) o en el centro de algún improbable
planeta hueco (así mismo estaría cayendo en
órbita alrededor de su estrella). De modo que todo cuerpo
(estrella, planeta, etc.) se encuentra en caída libre y
las partes integrantes de cada cuerpo (todo en lo que consista el
planeta
Tierra, por ejemplo), estarían acelerados salvo el
centro. Si hay dos cuerpos adheridos por la gravedad en el
espacio, su centro gravitatorio común está en
reposo y los cuerpos por separado acelerados. La única
manera posible de que esto ocurra, ubicándonos en el punto
de vista de Einstein, es por la expansión acelerada de
cada cuerpo, con las objeciones ya descritas. Hay una
opción menos complicada haciendo uso de "la navaja de
Occam" ¿No será que la atracción sobre cada
átomo
de nuestro cuerpo produce un efecto similar, que nuestros
sentidos no puedan diferenciar pero quizás sí (o
nunca), algún nuevo experimento? Pero si "hay la nada"
detrás del campo gravitatorio, idea justificada por su
dilución en la distancia y en la existencia cambio y
movimiento, habría que entender esta fuerza en
términos de densidad, entonces adiós la bella
simplificación intentada por el enfoque einsteiniano.

Antes de que se tomara conciencia de
estamos en el fondo de un océano de aire sometidos a
la presión
atmosférica (hace trescientos sesenta y seis años),
se podría interpretar que un globo de aire caliente o
Helio va hacia arriba por ser ese su lugar natural, o
atraído por el cielo, repelido por el suelo, la diferencia
de densidades da cuenta del fenómeno.

El principio de relatividad, el original, implica (aunque
aún no haya consciencia de ello) que el campo gravitatorio
es parte intrínseca de la existencia de los cuerpos, no
puede existir en un tercer sistema llámese éter o
espacio-tiempo. Es sabido que los cuerpos están
constituidos por átomos, que ya no son lo que significa en
el idioma original: "sin partes". ¿Existen los verdaderos
átomos tal que constituyentes últimos de la
materia? ¿Hay de un solo tipo o más? De cualquier
modo ya no se trata de partículas diminutas, lo que se
entiende por tales son los centros, en extensión no tienen
límites. No es una ocurrencia sino deducción, los campos no son
manifestaciones de un sistema universal independiente porque tal
cosa impugnaría el principio de relatividad, el campo y la
partícula son un mismo sistema. Pero ¿es posible lo
extenso indivisible? ¿Tenía razón entonces
Leibniz sobre la imposibilidad de la existencia de átomos?
De los verdaderos, porque los que hoy así llamamos
están lejos de ser los de Epicuro, no son impenetrables,
se desmenuzan.

A lo largo del texto, debido
a las limitaciones del lenguaje común y/o mías,
aparecen frases contradictorias referidas a la nada (que he
tratado de morigerar, a veces, entre comillas), que la expresan
como algo existente. Estas circunstancias, opino, son las que
llevaron a Parménides a concluir erróneamente en la
imposibilidad de la misma: "El solo pensar en la nada contradice
su existencia". Las aporías de Zenón, que parecen
corroborar este punto de vista, en realidad lo impugnan, es el
resultado adverso de "negar la nada" y suponer un referente de
movimiento entre Aquiles y la tortuga. "Habiendo nada", no
habiendo un tercer medio como referencia del movimiento de estos
dos corredores, la aporía se desvanece.

Aunque tal vez aquí y a mi pesar no haya habido una
sola idea acertada, quizás sirva al menos para suscitar
sinapsis liberadoras en las inquisitivas neuronas de los
físicos en germen, que por acaso den con este escrito.

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